Plátanos para todos
Canarias ya no es la isla de ensueño, se está volviendo negra. Como la boca de un lobo.
La plaga azabache la muerde por sus bordes. Con un oleaje voraz. Se la va comiendo. Sin su permiso. Y comienza a sangrar. Ya se comieron todos los plátanos. Sobre todo los mejores. Ya no hay plátanos para nosotros. Sin nuestro permiso. Sólo con nuestra resignación impuesta.
Dedicado a mi amigo Esteban, que esta viviendo este complejo problema en primera línea con la llegada masiva de inmigrantes a las "saturadas islas afortunadas".
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