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martes, 4 de febrero de 2014

La bajada

Una de mis tesis locas sobre el amor, se refiere a sus fases. La primera es la fase de la sonrisa, en la que sonríes cuando tienes noticias de una persona que empieza a gustarte, y te hace sentirte bien en su compañía. La segunda, es cuando reconoces que esa persona te gusta, aunque no quieras reconocerlo públicamente, pero ves su nombre en la pantalla del móvil cuando te llama y se te sale el corazón por la boca, aunque te sigas haciendo la dura y sigas intentando simular que no pasa nada y que mientras tanto empiezan a anidar mariposas en tu estómago. 

La tercera fase, es la del enamoramiento. Tenéis una atracción mutua ya reconocida y el despertador al mismo tiempo que suena por la mañana te hace despertar el corazón y que tu primer pensamiento sea para esa persona. Entonces empiezas a sentir esa mezcla de miedo y felicidad efímera, que dura aproximadamente tres meses.

Después de esta fase empieza lo bueno.. empiezas a darte cuenta de una manera mas realistas sin las subidas de ilusión, pasión y falta de objetividad de que la persona con la que tienes una relación tiene mil defectos como tu, y se equivoca como tu...Pero últimamente no he llegado ni a esta fase.

Hace poco leí una pequeña cita que llamó mucho mi atención, les preguntaban a una pareja de abuelos, en que radicaba el exito de su amor, de que fuera tan duradero. ellos respondieron que en su época, cuando ellos se enamoraron, si las cosas se estropeaban se arreglaban, ahora ya no es asi. Ahora es mas fácil abandonar una relación a la primera de cambio, sin intentar sentarse a dialogar y exponer diferentes puntos de vista, para poder solucionar dudas, o un bache en la misma. Ahora solo pensamos que lo mejor es comprarte un televisor en vez de arreglarlo o preguntar incluso si se puede arreglar y merece la pena, y estoy viendo con tristeza, como la obsolencia programada, también afecta a las relaciones de pareja. 

En mi última relación, he intentado aguantarme a la bajada y subida de la montaña rusa mientras tenía dudas que necesitaba resolver con mi pareja sentados delante de un café si el hubiera tenido el mismo interés que yo en resolverlo, pero no he tenido ni siquiera el turno de palabra para la misma. En este caso, veía una montaña rusa que subía muy deprisa, y esperaba con mucho temor a que bajara mas rápido todavía, y no me equivoqué desgraciadamente. Siempre me doy de plazo tres meses( y a ellos se lo cuento, que dentro de 3 meses me lo cuenten de nuevo, para ver si tanto me quieren o si es cierto que están tan enamorados de mi) para ver a donde llegan lo apretones del principio cuando todo son besos de flores. Mi único miedo era que el viento de la velocidad con la que bajaba su interés, encaprichamiento o como quiera que se llame, despeinara y descontrolara mis sentimientos y mi corazón, y así ha sido. 

He luchado lo que he podido, he llegado a creer que podía merecer la pena sentarnos a hablar y arreglarlo, pero no ha sido así. De modo que la decepción, y la desilusión, ya se han hecho mella aqui dentro, y estoy a punto de desencantarme del todo,( ya sabéis que en mi caso cuando me desencanto no hay marcha atrás) de olvidar que lo quise y de que deje de importarme. Del amor al amigo, y de nuevo volverá al desconocido. La vida sigue igual. Sigue siendo una montaña rusa en la que a veces se descuelgan hasta vagones llenos de ilusiones. Pero yo, en la medida de lo posible, seguiré luchando por lo que confío, que merece la pena.



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