Mi mala pata

Que jartura de escayola! ufff! Las dos semanas más largas de mi vida. He tenido que guardar reposo absoluto por una tendinitis aquilínea en el pie izquierdo que no aparecía desde junio del 2005. Lo peor aparte de no moverme(es lo peor que me puede pasar, tener que quedarme quieta, de hecho mi madre de pequeña, cuando yo hacía alguna de las mías, me castigaba sentada en una silla porque sabía que era lo peor que me podia hacer) ha sido estar sin Internet y delante de la caja tonta con toda la programación basura. Me irrita mogollón. He visto a Froilán vestido de comunión más veces que su abuela. Me he tragado supervivientes. He aprendido a solar un suelo. A cocinar una tortilla japonesa. A hacer crucigramas. A echar de menos a mis bloggers y todos sus posts. A ponerme triste. A dar cabezadas como los abuelitos. A aburrirme como una mona. También he aprendido a ponerme (yo solita mismamente) las inyecciones, y que se cumpla la ley de Murphy: a que cuando no te puedes duchar bien tienes ganas de hacerlo a todas horas. Y sueñas con agua. Con que eres Splash la sirena, la “joven del agua” o enseñas bañador en “escuela de sirenas”. A que me pique por dentro de la escayola y no llegar para rascarme, que todos, absolutamente todos los objetos que son atraídos por la gravedad son succionados por mi Férula. Seguro que la enfermera (por cierto, “miss belleza y miss simpatía 2007 del SAS” )que me la puso con tanta mala gana, me metió un imán o algo así. Para los golpes y para que me chocara con todas las paredes, esquinas y quicios de la casa.( Entre los pinchazos en la barriga y los golpecitos de no calcular bien con las muletas tengo mas cardenales que el Vaticano el día de la famosa Fumata.) Que cuando te metes en la cama y pillas la postura, te entran ganas “misteriosamente” de volver a hacer pis. De que precisamente el libro que te apetece leer es el que te has dejado en casa. De que cuando me suena el móvil, lo tengo precisamente lejos. De que no pisé la playa en todo el verano pasado y precisamente ahora estaba loca por pisarla. Sí que me iba a picar si se me llega a meter arenita… De que no sabemos apreciar a veces lo que tenemos hasta que nos vemos, por poner un ejemplo, obligados a andar con muletas… El viernes ya me la quitaron. Lo mejor de todo fue ver mi pierna medio amarilla por el efecto aún del autobronceador. Menos mal que frotando un poco en la ducha desapareció del todo. La verdad es que aún no puedo andar bien, y tengo que ir con muletas y descansado mucho. Pero sigo al pie del cañón.