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martes, 20 de septiembre de 2011

26 grados

Si existe algo que deteste, por las consecuencias que me trae en verano, es sin duda el cambio brusco de temperatura. Entras a tomarte un café o algún refrigerio a una cafetería y cuando sales a la calle pasas del frío polar al calor desértico. No entiendo como se pueden poner a dos grados o cinco la máquina de soplar hielo, cuando lo ideal, mas que nada para no morirme antes de los 35, son 26 grados.

Este año, me he llevado de nuevo el gallifante mayor del reino en la tómbola de las gargantas delicadas. Estoy deseando ponerme pañuelos para el cuello y bufandas, y que llegue sobre todo el tiempo para ello. Los resfriados que no pillo en invierno, al tener siempre la garganta cubierta, son los que me sorprenden de mal humor en la época estival.

He empezado en mi nuevo trabajo. La verdad es que estoy muy contenta, y me considero afortunada al poder dejar un puesto de trabajo por otro mejor. La dinámica de ir al trabajo en bus, y de tener nuevas compañeras siempre me ha parecido muy gratificante. Hasta navidades si todo sale bien, seguiré haciendo mi recorrido hasta el centro diariamente. Tengo que seguir viva, si la Duquesa de Alba se casa, yo también.

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