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jueves, 10 de noviembre de 2011

Tanza


Nadie me dijo como debía aprender a volarla con éxito, tan sólo tomé la cometa ilusionada con un par de instrucciones en aquella playa desierta y la lanzé al aire después de correr varios metros. Ten cuidado con la tanza, si no la sujetas bien puedes hacerte daño. Yo miraba al cielo y sentía la libertad palpitando de aquel sueño en el que volar se hacía realidad. Nadie me explicó que a veces el viento es más fuerte que la ilusión de los dedos, que una cometa es igual que un corazón, que puedes enamorarte sin remediarlo en un abrir y cerrar de válvulas y que tras una ráfaga traicionera que no te esperas, te quedas tan sólo con la bobina de hilo en las manos mientras se te congela la sonrisa y las yemas se te encarnan por el forcejeo perdido.
Todavía recuerdo los restos de aquella cometa llena de color, en lo alto de la roca inalcanzable. Jamás superé el miedo de volver a perder una de las vuestras, pero nunca dejé de soñar que vuelo sin rozar el suelo y que en ese instante, me siento libre.

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