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domingo, 12 de mayo de 2013

Primavera 2013

Ahora entiendo el por qué de que la primavera sea la estación final de los suicidas. Ahora veo ramos de colores adornando tumbas de personas que se despidieron de los familiares con una carta. No me gusta esta estación, todo florece, la sangre se altera, mi alergia y mi dermatitis se ponen a bailar y mi depresión se suicida desde el acantilado de mis ilusiones. Se ha tirado al vacío sin más, como las despedidas que nunca volvieron a escucharse. 






Tengo una grave y profunda depresión acompañada de una fantástica guarnición de antidepresivos y ansiolíticos, que me arrancan una risa fácil, lacia, tonta y que evitan que acabe con todo, adormeciéndome a diario hasta por la tarde. Sin darme cuenta y después de todo lo que he ido soportando tanto tiempo, he tenido una recaída digna de evaluar, de modo que como si de un preso se tratara, tengo que ir a menudo a que me vean la cara y sepan que sigo estando viva. Entre la vida y la muerte, pero viva al fin y al cabo. He vuelto a cantar, estoy en un pequeño coro de Gospel, sigo estudiando las oposiciones todo lo que puedo, aunque tengo que reconocer que mi inteligencia por pequeña que sea y mi intuición compaginan la espesed  de mi mente a la hora de los examenes semanales, no sin antes afirmar que tengo que seguir estudiando muchísimo mas y que voy muy corta. Prometí seguir escribiendo con asiduidad, pero debido a que he perdido toda la memoria reciente por la depresión, tengo que apuntar incluso en la agenda que tengo que depilarme, para poder intentar buscar un hueco a mis extraños días, y abandonar la desgana que me inunda.

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