Ha sido un atardecer precioso, a pesar del dolor de garganta que me acecha desde ayer y que restringe aun más mis ganas de estudiar. Ambos nos hemos observado mutuamente en silencio. Incluso las olas del mar en la playa cantan embravecidas augurando próximas tormentas. Yo volveré a ser feliz, en pijama y calcetines, preparando uno de mis viajes-escapada y disfrutando de cada momento presente.
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