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domingo, 24 de julio de 2011

Bye Amy Bye

El coche estaba estampado contra una farola, y en el asiento de atrás, había una jeringuilla. Recuerdo perfectamente la imagen en el telediario de las tres que me contaba que Tino Casal se despedía para siempre de todos nosotros. Otra noticia hace algunos años, me dijo que uno de los hermanos Urquijo del grupo “los secretos”, había sido encontrado muerto en una casapuerta de Madrid. Tan ovacionado y aplaudido en tantas giras a lo largo de tantos años, y terminó así, siendo un cadáver al que la gente esquiva por la calle, una persona sin nombre a la que abandona el alma, porque pactó con el diablo de la nieve blanca. En ese instante deja de llevar ese aura que marca la fibra de los músicos y pasa a ser un frágil fallecido más, al que la muerte ha ganado la última batalla.

Hoy se ha despedido de nosotros Amy Winehouse. Estaba sola en su apartamento cuando la vida que tanto descuidó cerró la puerta despacio para no despertarla. Un Londres lluvioso, con un té de las cinco, sin limón con ginebra para ella, al que le faltaba ya una invitada que no quería rehabilitarse, y que lo cantó incluso. Un solo disco que quedará en el recuerdo de unos pocos, después de que en varios meses nos bombardeen para que lo compremos y poder exprimirla del todo. Todo esto es un maldito marketing blanco, pero de una nieve en polvo que sigue desgarrando corazones uno tras otro, mientras tatareamos una canción y seguimos sin aprender la lección.

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