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viernes, 21 de marzo de 2014

Nuestra historia empezó con un amor a primera risa. Aún recuerdo tus carcajadas intentando silenciarlas al otro lado del teléfono. Como el niño que intenta frenar el agua del mar, quedándose inmóvil en la orilla, mientras sus pequeños piececitos se van hundiendo en la arena. Yo callada observaba como entre risas tu marea iba subiendo mas allá del día de Santiago, prometiéndome que nunca bajaría de nivel. Te olvidaste supongo que vivo en una ciudad de tierra robada al mar, y que las mareas altas, tan altas, nunca traen nada bueno y te lo dije. Te conté la historia de la chica que se después de nadar jubilosa y adentrarse con miedo en el mar, se quedó sentada en la orilla reseca de un desierto, lleno de promesas sin cumplir, y con algas resecas donde antes habían rosas rojas. Sin darte cuenta, te conté mi futura historia, y de que lo único que quedó de tu mar, son las lágrimas saladas que recuerdan tu huida. Entraste como un maremoto, pero te fuiste buscando el oasis olvidando, que entre tanto desierto de amor, una ilusión es un espejismo.



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